martes, 9 de diciembre de 2014

PASEO DEL PENDÓN EN CHILPANCINGO


El Paseo del Pendón de Chilpancingo, Guerrero, es una de las fiestas populares más espectaculares que se celebran cada año en México con motivo de la Navidad.
Su función consiste en anunciar la Navidad y el Año Nuevo con un extenso desfile de danzantes, bandas de música, carros alegóricos y grupos deportivos.
Se celebra el segundo domingo de diciembre con un recorrido aproximado de 4.5 kilómetros en los cinco barrios históricos y las principales calles del centro de Chilpancingo
La figura emblemática es el jaguar o "tigre" mexicano, representativo de la cultura mezcala, vertiente local de la civilización olmeca, considerada la cultura madre de las etnias prehispánicas de Mesoamérica.
Los disfraces de jaguar predominan en la mayoría de los grupos participantes y en el acto culminante del desfile: una competencia de Porrazo del Tigre, el estilo de lucha prehispánica mesoamericana.
Este torneo se celebra en la plaza de toros de Chilpancingo en un marco festivo animado con música de huehuetl y chirimías indígenas mientras los luchadores, disfrazados de jaguares, se traban en el centro del coso.
La primera edición del Paseo del Pendón data de 1825 en el barrio de San Mateo, donde aún se inicia la partida lúdico-religiosa para anunciar la proximidad de las fiestas navideñas.
En tránsito a los otros barrios -San Francisco, Santa Cruz, San Antonio y Tequicomal-, las comparsas bailan con música de banda, interactúan con el público y comparten copas de mezcal que son distribuidas gratuitamente.

De acuerdo con el historiador Gerardo Guerrero Gómez, investigador de la Unidad Regional de Culturas Populares del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y del Instituto Guerrerense de Cultura (ICG), el número de participantes del Paseo del Pendón se ha reforzado.
En contraste con ediciones de finales del siglo XX, en 2007, explicó el especialista, hubo cerca de 150 grupos de danza y más de 60 bandas de viento de las siete regiones de Guerrero (Centro, Norte, Montaña, Tierra Caliente, Costa Chica y Costa Grande).
Los accidentes se deben al intercambio regular a chirrionazos entre las comparsas de tlacololeros y tecuanes, quienes comparten la figura del jaguar y simulan juegos de persecución y cacería con motivos agrícolas.
"Es una fiesta que dura de seis a ocho horas.
Los tecuanes, tlacololeros, santiagueros, diablos, mudos, moros, machos, aztecas, pescados, dinosaurios y chinelos bailan al compás de todos los sones que hay en Guerrero.
"Es un concierto múltiple de sones y gustos de Costa Grande y de Tierra Caliente; de corridos de la zona Centro y sones de tarima de Tixtla o de artesa de la Costa Chica", comentó el historiador.


martes, 25 de noviembre de 2014

LEYENDA DE LOS TLACOLOLEROS


Hace mucho tiempo en la tierra del tlacolol se vivía un ambiente de intranquilidad y desesperación debido a que todas las noches sus cultivos se veían amenazados por una terrible bestia de enormes garras, pintoresca piel y feroz rugido de tigre, y paso mucho tiempo sin que pudieran confrontar al tigre, hasta que un día llegó al pueblo un extraño viajero al que pronto apodaron “el pitero” debido a que le gustaba mucho tocar la flauta y el tambor, deleitando y haciendo bailar a todos los tlacololeros. “El pitero” al ver el problema que pasaban los tlacololeros, recordó que los tigres le temen a los truenos, así que con sus conocimientos musicales y con ayuda de los tlacololeros, construyó un instrumento que imitara el sonido de un trueno.
El instrumento fue llamado “chirrión”.


El grupo de tlacololeros encabezados por el macizo, guiados por la música del Pitero y acompañados de su mascota, la perra “maravilla”, salieron en busca del tigre para acabar de una vez por todas con su terrible amenaza. Después de buscar por todos  lados, encima de una gran roca y a la luz de la luna, se dibujó la silueta del poderoso animal. Al verlo, la perra “maravilla”, ladró señalando al tigre, quien intentó llenar de miedo a los tlacololeros lanzando un impresionante rugido.
El tigre, confiado por la enorme fuerza que poseía, pegó un gigantesco salto hasta caer en medio de los tlacololeros, quienes se asustaron al tener enfrente a semejante animal.
Lo que el tigre no sabía era el plan que ellos tenían en mente así, de un momento a otro, valientemente y con astucia, sonaron sus chirriones todos al mismo tiempo. El tigre al escuchar los truenos, salió despavorido, perdiéndose entre la frondosidad de las ramas, al mismo tiempo que los tlacololeros festejaban su victoria.
Al tigre nunca más se le volvió a ver por la tierra del tlacolol y se cuenta que por las noches los tlacololeros bailar al ritmo del Pitero.